Cuando viajo a mi tierra me sorprende como la densidad de los molinos eólicos han cambiado el paisaje. Creo que todavía pueden aumentar más. Este cambio ha motivado estas líneas formadas con la escasa información que he encontrado. Me estoy refiriendo a los molinos instalados en tierra. Los que se instalarán en el mar todavía no tienen normativa para empezar la modificación de las perspectivas que el mar nos ofrece para nuestro disfrute.
La primera reflexión que se me ocurre cuando los veo es que deben ser una prioridad nacional, enmarcado en el cambio climático (eliminación de los derivados del petróleo y otros). La prensa ha informado con énfasis: la transición energética es una oportunidad para industrializar nuestro país. Los más de 240 centros industriales están preparados para el necesario incremento de la potencia eólica. España es, además, líder en la fabricación de aerogeneradores y destaca como uno de los países que más exporta estas máquinas.
El plan nacional integrado de energía y clima (Piniec) pretende alcanzar en 2030, que el 81% de la electricidad generada en el país proceda de energía renovables.
El sector ha comunicado al gobierno que los trámites administrativos para desarrollar los proyectos, dificultan que se avance con la rapidez necesaria para alcanzar el objetivo Piniec.
Sorprende ante esta panorámica, que en el contexto europeo no hay mucho entusiasmo para favorecer los aerogeneradores. Es un momento de extrema vulnerabilidad financiera, con limitaciones de inversión y de I+D justo en el momento de mayor expectativa de crecimiento del mercado eólico europeo y cuando la industria asiática tiene una estrategia de exportación eólica más agresiva de su industria, con prácticas comerciales cuando menos cuestionables.
No son pocos los factores mejorables, según el sector, hay que facilitar el acceso y la conexión de los proyectos, apostar por el mantenimiento y la gestión de la demanda, garantizar el almacenamiento, garantizar que las inversiones millonarias que tiene que acometer el sector tengan un retorno.
Las peticiones han tenido una respuesta que ha sido favorable a las peticiones del sector. La más llamativa, desde mi punto de vista, ocurrió en enero de 2023. El real decreto fue modificado anulando la evaluación del impacto ambiental para la ejecución de los proyectos de energías renovables, independientemente de su tamaño, sin tener en cuenta como afectan al paisaje, al hábitat.
La situación ha eliminado toda posibilidad de avaluar las ventajas e inconvenientes que aportaría la instalación de molinos en un entorno concreto.
Las informaciones que ha llegado al ciudadano, no contemplan aspectos como duración de las máquinas, reciclado del material y costos, toda vez que su utilidad haya periclitado y superficie ocupada, entre otras.
La información aparecida en la revista Quercus, decana de la información ambiental en España, es llamativa: “La industria eólica bloquea un proyecto de reintroducción del quebrantahuesos en la comarca del Maestrazgo en Teruel. Estamos ante el primer caso en España de suspensión de un proyecto de reintroducción de una especie amenazada por ser incompatible con el desarrollo eólico, escribe Miguel del Pino, una iniciativa que se puso en marcha con el apoyo de la Unión Europea con un proyecto Life para establecer “corredores ibéricos” para el quebrantahuesos. ¿No tiene nada que decir la Sociedad Española de Ornitología? Se pregunta Miguel del Pino.
Los datos difundidos dicen que casi nueve mil animales han muerto en España en los últimos cinco años en complejos eólicos de siete comunidades autónomas.
En varias comunidades autónomas ha cundido el descontento después de la eliminación en el real decreto la obligación de evaluar el impacto ambiental para la instalación de los aerogeneradores. En enero de 2023, la Asociación Española de Evaluación de Impacto Ambiental, que integra más de 100 profesionales científicos y más de 40 empresas, emitió un comunicado expresando su descontento ante una norma que pretende agilizar la tramitación de los proyectos.
Algunas plataformas comprometidas con la conservación del medioambiente, también han comentado en la prensa escrita las situaciones concretas. Así, desde la plataforma “Otra vez no en Sayago” de Zamora, que tratan de frenar la instalación de 66 aerogeneradores en la comarca donde viven 8000 personas. Se oponen a varias sugerencias: el desarrollo sostenible, los beneficios para el empleo local y los ingresos económicos. La plataforma razona diciendo que la energía genera desarrollo donde se consume, no donde se produce. Todavía más: “esos molinos de viento nos terminarán expulsando, porque perjudican las pocas alternativas que quedan aquí para subsistir: la ganadería y el turismo.
Desde la plataforma Stop al Mcroparc Eolic Marí, recuerdan que el Parc Tramuntana, proyecto que instalará los generadores en la parte alta de la Costa Brava, afectando directamente a tres parques naturales y a 25 municipios. En Tarragona se habla de “festín eólico” por el impacto paisajístico y la amenaza para sus bosques.
En la comarca de Oscos-Eo en Asturias, reserva de la biosfera, hay 90 molinos, pera está previsto instalar otros tantos. Desde la plataforma de Oscos-Eo, se critica que la norma modificada no tenga en cuenta la parte ambiental.
En Galicia, desde San Vicente de Fervenzas, la plataforma Aire Limpio Mandeo, explica que cuando llegó la propuesta la gente hablaba de la “lotería eólica”. La propuesta se entendía como “dinero fácil”. Lograron paralizar la construcción de los 9 molinos previstos.
Si exceptúo la presencia del sector de los aerogeneradores en la prensa escrita, los partidarios de conservar los entornos naturales y agrícolas son pocos. Y mucho menos aparecen las opiniones emitidas desde la agricultura. Lo cierto es que la película “As Bestas” está basada en una riña rural por las renovables. El enfrentamiento entre dos familias termina con un asesinato. Se inspiró en un hecho real.
Julio C. Tello Marquina
Profesor emérito
Universidad de Almería