La edición genética patente de patentes

Julio C. Tello Marquina

PARTE II
Las doctoras Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier que desarrollaron la revolucionaria
herramienta CRISPR, también conocida como edición genética, han retirado su petición de
patentes sobre el invento. Algo insólito.
La herramienta CRISPR ha sido calificada como la patente de patentes. Llave maestra de la
biotecnología. Capaz de reescribir el código genético con la misma facilidad que se edita un
texto en el ordenador. Su impacto potencial se ha valorado en más de 57.000 millones de
euros.
La decisión de las premio Nobel, que ha sorprendido al mundo de la biomedicina, llega
después que una junta técnica europea dictaminara en agosto de 2024 que su primera
solicitud de patente era defectuosa. Según el tribunal, las científicas no explicaron su invento
lo suficiente como para que otros investigadores pudieran utilizarlo. Ante esta decisión, el
equipo legal de las laureadas científicas inventoras, ha sido rápida y drástica: cancelar
voluntariamente el proceso de patente antes de que el tribunal las invalide. La aparente
generosidad no tiene nada que ver con esta decisión. De hecho esta es, por el momento la
última maniobra de … que se prolonga una década de enfrentamientos entre las dos
premiadas y sus instituciones (Doudna por la Universidad de California en Berkeley y
Charpentier por la de Viena) y por otro el potentísimo Broad Institute, el mayor centro de
investigación genética de América, una colaboración entre el MIT y Harvard.
El Broad Institute está liderado científicamente por el Dr Feng Zhang, aunque su nombre no
aparezca en el diploma del Nobel. En 2012, mientras Doudna y Charpentier publicaban su
descubrimiento sobre como CRISPR podía utilizarse para editar ácido desoxiribonucléico
(ADN), Zhang trabajaba a toda velocidad en su laboratorio y seis meses después anunció que
había logrado hacer funcionar la técnica CRISPR en células humanas. Este logro le permitió
obtener la primera patente de la tecnología en Estados Unidos, algo que Doudna y Charpentier
no habían conseguido.
Se ha puesto en juego el control comercial de una tecnología que está transformando la
medicina y que mueve miles de millones de dólares en licencias. Sólo el año 2023, cuando
Vertex Pharmaceuticals logró aprobar el primer tratamiento médico basado en CRISPR (un
fármaco llamado casgevy para el tratamiento de la anemia falciforme, una enfermedad
hereditaria), tuvo que pagar 50 millones de dólares de entrada para poder utilizar la tecnología
y su comprometió a pagar más en el futuro.
El movimiento legal es tan inusual que los abogados de las Dra Doudna y Charpentier han
hecho público una carta de 76 páginas para explicar su decisión con el siguiente argumento: el
dictamen del organismo técnico es “erróneo e injusto”, así que prefieren sacrificar algunas de
sus patentes antes que aceptarlo. Es una jugada táctica: mejor retirar voluntariamente estas
dos patentes que arriesgarse a sentar un precedente peligroso. Si un tribunal declarase que las
patentes son inválidas por una explicación deficiente, el dictamen podría usarse para
cuestionar otras de las patentes de las científicas, y no solo en Europa.

Julio César Tello Marquina
Profesor emérito
Universidad de Almería

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