Los drones una nueva tecnología para las aplicaciones de fitosanitarios

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En la Unión Europea hay una prohibición generalizada de los tratamientos aéreos con fitosanitarios, como se establece en la Directiva 209/128 CE. En España la prohibición de tratamientos aéreos se regula en el Real Decreto 1311/2012, ateniéndose a lo establecido en su capítulo VI, los Servicios de Sanidad Vegetal autorizan cada año, con carácter excepcional, aplicaciones en centenares de hectáreas de arrozales del Delta de Ebro, la Albufera de Valencia, Extremadura y Andalucía.

En Estados Unidos de Norteamérica desde 2015 se ha autorizado el uso de los drones que se utilizan en cultivos de porte bajo y viñedos. En la Unión Europea, Francia, Alemania y Hungría los drones se emplean en condiciones y circunstancias concretas. Es deseable que se acelere en la Unión Europea el Reglamento sobre Uso Sostenible (RUS) propuesto en 2022. El retraso se debe a las dificultades para alcanzar la reducción de un 50% de los fitosanitarios y a la prohibición de uso de éstos en zonas sensibles.

¿De qué se componen los drones para la función señalada en esta nota?

Tomaré a partir de aquí la información proporcionada por Planas de Martí (revista Phytoma España, 356), a quien le agradezco su aportación.

Los drones están conformados, como no puede ser de otra manera a día de hoy, por los mismos componentes básicos de los pulverizadores terrestres: depósito, bomba, filtros y boquillas. Los primeros modelos de los drones disponían un depósito de menos de 10 litros, que proporcionaba una capacidad operativa muy pequeña. En la actualidad se utilizan depósitos de 30 litros, que permite una mayor autonomía y amplía la superficie tratada por unidad de tiempo.

¿Cuáles son las limitaciones que se han encontrado para el uso de tratamientos con drones?

Una limitación no despreciable está en la duración de la batería que difícilmente supera los 12-15 minutos, recortando la autonomía de vuelo.

El volumen de caldo del fitosanitario oscila entre 10 y 40 litros por hectárea, valores muy inferiores si se comparan con los utilizados en los habituales tratamientos terrestres. Una posible subsanación sería usar concentraciones de la materia activa más elevadas, lo cual influye en la solubilidad o miscibilidad.

La velocidad operativa deberá ajustarse a las condiciones del tratamiento, normalmente oscila entre 1’0 y 2’0 m.seg -1.

Los equipos con boquillas dispuestas sobre la barra transversal permiten una anchura de banda tratada entre 3,0 y 4,5 m y capacidades de campo de 2,0 a 3,0 hectáreas por hora.

En los cultivos arbóreos el número, posición y orientación de las boquillas es determinante para que los resultados sean aceptables. Hay que adoptar la geometría a las condiciones del tratamiento.

Las corrientes de aire descendente y los vórtices generados por los rotores mejoran la penetración de las gotas y su deposición en ambas caras de las hojas de la copa. Los resultados no son homogéneos en la planta. En los estratos superiores de las plantas suelen recibir dosis muy por encima de las que llegan a las zonas medias e inferiores de las copas. La altura del trabajo del dron debe ser, como mínimo de 1,0 metro (distancia de la boquilla a la planta).

Con vientos sobre el cultivo, la posición del dron comporta una deriva de los tratamientos. Es un riesgo para personas y para el entorno.

Estas notas serán modificadas con el uso de estas máquinas que han encontrado una aplicación en los campos que están en pendiente.

 

Julio C. Tello Marquina

Profesor emérito

Universidad de Almería

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